El teletrabajo y los cambios en la manera de diseñar el espacio, tanto en los hogares como en los centros de trabajo, es el primer concepto que vamos a tratar en nuestra serie de artículos sobre el consumidor de Hábitat post confinamiento.
El teletrabajo en nuestro país ha sido durante años una utopía del mercado laboral llevada a cabo por unos pocos elegidos: multinacionales, empresas de base tecnológica, o similares. En el territorio nacional eran contadas las empresas que hasta el momento habían implantado sistemas eficientes de trabajo fuera de la oficina. Según datos del Dossier de Indicadores de teletrabajo y trabajo en movilidad en España y la UE, elaborado por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI) y publicado en marzo de este mismo año; en España un 15% de los trabajadores afirma haber trabajado en casa al menos una vez; por el 32% en Países Bajos o el 30% en Dinamarca.
La situación actual de confinamiento que vivimos ha impulsado el teletrabajo, por imperativo legal. Así en el Real Decreto Ley 8/2020 se afirma sobre el teletrabajo que:
“Las recomendaciones de las Autoridades Sanitarias dirigidas a reducir la expansión del COVID-19 han puesto de manifiesto los beneficios de la modalidad del trabajo no presencial, a potenciar el teletrabajo en todas las situaciones en las que sea posible”.
Por este motivo, ahora mismo cualquier lugar en el hogar es susceptible de convertirse en un espacio de trabajo. El Cuaderno de Tendencias Hábitat 19/20, profundiza en el concepto de oficina líquida como una tendencia en auge; planteando propuestas de diseño que, en espacios reducidos como los pisos, aprovechen al máximo el espacio disponible; dotando de funcionalidad a zonas de paso e incluso a balcones.
El teletrabajo, en condiciones habituales, varía la lógica habitual de la distribución de horarios y espacios dentro de las empresas. Bajo esta premisa, el trabajo se orienta más a la consecución de la tarea que a cumplir un número de horas en el lugar de trabajo (presencialismo).
Durante la etapa de post-confinamiento, puede adquirir mayor sentido el “hot desking” (sistema de organización de oficina que involucra a múltiples trabajadores que usan una sola estación de trabajo física o superficie durante diferentes períodos de tiempo) como organización de tareas, ya que las recomendaciones sanitarias indican la no concurrencia de varios trabajadores en el mismo espacio (leer más en el informe de Tendencias de Oficinas y espacios de trabajo)
En países a la cabeza del teletrabajo, como los Países Bajos, encontramos ejemplos ya consolidados de hot-desking, como el edificio The Edge (Amsterdam), catalogado como uno de los más ecológicos e inteligentes del mundo, donde ninguna persona tiene un escritorio pre asignado, sino a cada trabajador se le sitúa en el lugar óptimo de la oficina que debe ocupar en función de la necesidad de cada día…
El teletrabajo necesita de propuestas imaginativas y funcionales que puedan dar respuesta a las necesidades reales de empresas y trabajadores; puesto que, en un espacio limitado, han de conciliarse el desarrollo personal y laboral.
Podemos tomar este escenario de disrupción en el que nos encontramos como una oportunidad para el futuro del diseño y del desarrollo de producto, donde la versatilidad, la capacidad de adaptación del espacio y la funcionalidad sean las características principales.
Para más información, contacte con estrategiashabitat@aidimme.es
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